Pasé una noche en las protestas de Barcelona

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Una noche en las barricadas

18 de Octubre de 2019

Viernes 18 de Octubre, 17.00

Para el 18 de Octubre se convocó una Huelga General en Catalunya, como respuesta de la ciudadanía la sentencia del procés. El Tribunal Supremo condenó a los principales líderes políticos y sociales del independentismo tras el referéndum de dos años antes. Pasarán unos 10 años en la cárcel cada uno.

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A las cinco de la tarde, la ciudadanía estaba convocada en Paseo de Gracia para una gran manifestación, después de que gente de toda Catalunya hubiera cruzado el país a pie durante 3 días para reivindicar su desacuerdo en Barcelona.

17.30

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Llego a la concentración, donde el ambiente es claramente festivo y reivindicativo. Más de 500.000 personas según la Guardia Urbana. Mis amigos y yo nos llevamos una sorpresa con la cantidad de personas no-independentistas que vimos, con muchas pancartas pidiendo una sentencia justa y diálogo. “No soy independentista pero tampoco soy gilipollas”, fue mi favorita.

18.30

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En la manifestación, echamos en falta grupos de jóvenes que tan activos habían estado los días anteriores en todas las protestas. Empezando por la ocupación del aeropuerto el lunes, cada noche habían salido a la calle y habían acabado enfrentados a la policía.

Por redes sociales nos enteramos que se encuentran en Via Laietana, protestando cerca de la Jefatura Superior de Policía de Catalunya. Los policías habían cargado duramente contra los estudiantes que se protestaban a mediodía, y los manifestantes no tenían intención de aceptar la violencia policial. El helicóptero de la policía hacía horas que se escuchaba por encima de Barcelona.


Nos unimos a una gran cantidad de gente que baja en la misma dirección, en medio de cánticos y de los ánimos de muchos vecinos desde balcones. No sabemos muy bien si van unirse a los enfrentamientos, a gritar, o simplemente a mirar. El morbo de estar ahí.

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19.00

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Llegamos a la Plaça Urquinaona. Desde calles más arriba ya se veía el humo de las barricadas que los manifestantes habían montado, utilizando contenedores y mobiliario urbano para crear barreras de fuego entre ellos y los policías. Fácilmente había 5000 personas manifestándose, con cánticos a favor de la libertad, y contra el fascismo y la policía. Nadie veía muy bien qué pasaba en las primeras filas. En las primeras filas, entre 300 y 500 jóvenes parecen ser los encargados de plantar cara a la policía a su manera.

Por imágenes que vimos más tarde, entendimos que el show ya hacía rato que había empezado a esa hora. Cargas policiales, disparos, pedradas y barricadas se sucedían desde primera hora de la tarde.

En un momento dado, la policía lanza bombas de humo y gas lacrimógeno contra los manifestantes que estábamos más atrás. Es el único momento en que veo miedo, o más bien nervios. Los manifestantes se ponen a correr sin dirección clara, ayudando a las personas afectadas que tenían la sensación de ahogarse. Por un momento, el riesgo de avalancha humana pasa por mi cabeza. Parece el momento que todos estaban esperando. Los grupos de manifestantes más radicales se organizan rápidamente, ocupando las primeras filas poniéndose gafas y cascos. Después de cuatro noches, han aprendido y vienen preparados. 

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No es violencia, es autodefensa.
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Y a partir de aquí, empieza la pelea. Unos disparan gases, balas de forma y pelotas de gomas, y los manifestantes les devuelven los gases y les lanzan todo lo que encuentran. En cierto momento, consiguen herramientas de un andamio próximo y empiezan a arrancar trozos de la acera para lanzarlo contra los policías.

Así acabó una de las aceras de Plaça Urquinaona

Así acabó una de las aceras de Plaça Urquinaona

Detrás de este grupo - donde me refugié - , algunos miles de personas seguían manifestándose. Entre ellos cánticos, solidaridad con los heridos, y colaboración ciudadana en todo momento. Cuando llegaban los bomberos para apagar las barricadas, se les recibía con ovaciones y se les habría paso entre aplausos.

Cuando los bomberos se habían ido, la barricada volvía a empezar.

La sensación era que los manifestantes estaban ahí porque querían, y no iban a dejar que la policía les hiciera retroceder un metro. 

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“Ni un pas enrere”

Ni un paso atrás.










Albert Bermejo